Tuesday, April 29, 2008

Dos Cartas

En una aldea lejana, un joven se aprestaba a abandonar la casa de sus padres. Su abuelo, quien lo había criado desde pequeño, no disponía de medios económicos por lo que no podía darle apoyo material; así que cuando el joven se despidió de él, le entregó dos cartas como únicos legados diciéndole: "Úsalas sólo cuando te encuentres en reales dificultades; ábrelas una en cada oportunidad. Es lo único que te puedo brindar para tu largo camino; sé que te servirán".

El joven, triste por la despedida definitiva y esperanzado por el mañana que perseguía, se enrumbó a enfrentar el horizonte sin mayor posesión que unos pocos trapos y dos cartas que atesoraba. Conoció lejanos pueblos, aprendió sus lenguas, ignotas para la mayoría de mortales, y habló con ellas para conocer nuevas gentes y costumbres, y se regocijó leyendo libros escritos con alfabetos olvidados. También fue más humano y peleó en peleas que no buscó, besó a mujeres que no gustó; y en la vorágine de vivir cada día como si fuera el último, la vida le planteó un dilema aterrador: enfrentar un problema del que pensaba que no saldría victorioso o huir por siempre y vivir con la angustia alojada en su garganta hasta el fin de sus días. En ese momento de su vida, la Providencia hizo que recordara sus legados; fue así que recurrió desesperada y mecánicamente a la carta que su abuelo marcó como la primera y que éste le entregó el día de su partida.

La abrió presurosamente. En ese momento pensaba que dicha carta era alguna recomendación con algún importante potentado, las credenciales de alguna herencia, y hasta imaginó que era el mapa de algún tesoro perdido. Sólo encontró un papel con unas pocas palabras: "Inténtalo nuevamente, la solución está a tu alcance". El joven, luego de haber leído el papel, pensó que era una locura, que no le servía para nada. Pero luego de reflexionar, se dio cuenta de que no había intentado resolver la causa del dilema y que tan sólo buscó una salida rápida. Pensó en una solución y luego de meditar minuciosamente sus alternativas, enfrentó y dio solución a su problema, que por ser problema de hombre podía ser resuelto en esta tierra y en este tiempo.

Nuestro joven, con el tiempo, se hizo hombre. Conoció a la mujer que capturó sus actos e ilusiones, mujer con la que intentó hallar la felicidad. Tuvo por esposa a esta mujer y se creyó el ser más feliz sobre esta tierra cuando vio nacer a su primer hijo. Pasó el tiempo, y este hijo cayó gravemente enfermo, enfermo del alma por decepciones sufridas que acrecentó con malas decisiones, propias de su inexperiencia. El padre, como todo padre, quiso aliviar el pesar de su hijo. Recordó aquella vez cuando él creyó estar en reales problemas. Recordó a su vez lo que leyó en la primera carta; por lo que decidió buscar, aún con más ahínco que la primera vez, la solución del problema por el que atravesaba el hijo y que era causa de su angustia. En vano dedicó noches enteras en pensar como ayudarlo, no servían las influencias que había ganado a lo largo de su vida, ni el dinero ni la ciencia podían ayudarlo por que el tema del alma es materia demasiada elevada para ser entendida por los hombres. Pero no se resignó a no encontrar respuesta su pregunta, pues creía que no había agotado todos los caminos posibles en el mundo de los hombres tal como se lo aconsejó su abuelo en la primera carta.

De pronto, una risa ida asomó en su semblante. Sí, la segunda carta era lo único que podía ayudarlo. Corrió como un poseso hacia donde la había guardado. La abrió delicadamente y con prisa. Encontró un papel como el primero, también escaso en palabras como el primero, en el que leyó: "Escucha la voz del Tiempo. Esto también pasará". Lloró, gritó, rabió; pero, luego de reflexionar y buscar calma en su espíritu, encontró un segundo de lucidez en el que al fin comprendió que los pesares del alma y el paso del tiempo no pertenecen ni al mundo ni a las leyes de los hombres, que ambos son parámetros en cierta medida complementarios y que se encuentran en una dimensión ajena al entendimiento humano. Dio consejo a su hijo, quien halló resignación, e hizo del tiempo su aliado.

Nuevamente el tiempo jugó su parte; amigo, testigo, juez y verdugo. Nuestro hombre era ahora un anciano que escuchaba a su imberbe nieto decirle que había oído de aventuras allende el océano, de mejores tierras, nuevos paisajes y exóticas mujeres. En segundos, nuestro abuelo recordó pasajes lejanos de su vida, en imágenes aleatorias que llenaban su panorama mental. Dio media vuelta mientras escuchaba la voz de su nieto; indescifrable, chillona, pero que reclamaba libertad y sobretodo consejo. Buscó en una gaveta, extrajo una polvorienta caja. Encontró una llave de entre un manojo de oxidadas piezas de hierro, abrió la caja. Le entregó dos viejas cartas.

bauhaus77 – Dos Cartas

22 de agosto de 2002

Friday, April 18, 2008

Kultura Kombi - Lexicon Vulgaris

En su habitual recorrido por la ciudad, una combi se detiene ante la luz roja de un semáforo ubicado en una de las sucias esquinas de Lima, que bien pudiera ser la céntrica Av. Abancay o Tacna. En un kiosko cercano, un hombre de mediana edad ojea los titulares del día. Apesta a pachouli, tiene sobrepeso y un ralo bigote. Estrena lentes oscuros de imitación. Su camisa parda, medio planchada, medio arrugada, no solo revela un abultado vientre, sino también algunas manchas del almuerzo recién acabado. Viste un pantalón beige que probablemente cerró con no poco esfuerzo. Muerde un mondadientes, el mismo que sostiene obsesivamente con unos rechonchos deditos enfundados en toscos anillos de metal. Se divierte "cireando" a guapachosas jovencitas, domésticas y amas de casa que han salido a hacer sus compras de última hora. Ninguna le hace caso.

Antes que la luz del semáforo cambie a verde, el tipo sube a la combi abriéndose paso a empellones. Algunas señoras le recriminan su prepotencia, e.g. el empujón o la punteada recibida. Se ubica en el último asiento del vehículo, a la vez que lanza un vulgar y concupiscente suspiro. Sonríe, o al menos eso parece. Saca un diario chicha del bolsillo trasero y lo abre en la página central. Los estrafalarios artículos impresos en fondos multicolores iluminan su rostro. No le importan los textos, primero prefiere ver las fotografías de los derrieres de las bataclanas y los avisitos que caficcios y meretrices publican. Tal vez leerá después, si restan ganas.

Esta recopilación se hizo pensado en el lenguaje que usa nuestro ficticio(?) personaje. Aunque nunca se sabe, quizá pueda ser de útil a Ud. también.

Sources:

i) Intro: Paraphrasing del Blog del Dr. Monique

ii) Miccionario Oficial de la Real Jerga Peruana

iii) http://www.idl.org.pe/idlrev/revistas/168/168%20hildegard.pdf

iv) La lleca

¡¡¡Oye, te hablo desde la prisión!!! (Un poco de ubicaína en la jerga carcelaria)

Achomarse: Coimear, to bribe

Atorrante: Delincuente mal visto

Barrunto: Persona del mismo barrio. Arcaísmo: pensar, presentir

Batutear: Dirigir, mandar.

Cagada Hacer la cagada. Protestar con violencia

Drilo: Dinero, plata, guita

Confite: Confidente de los policías

Chusearse: Hacerse un tajo

Charlie: Preso que tiene bastante dinero

Faite: El ladrón que roba con clase

Fulera: Navaja, chaira, punta

Garra: Frazada

Goma: Golpiza

Grifa: Marimba, maricucha, yerba. US slang: maryjane, pot, weed, grass

Mariposear: Botar o pasar lo robado a un causita

Nacho: Narcotraficante

Ña: Violador de niños

Pay: Pasta, paco, tola, queso, liga (de pacos). En Argentina: raviol

Raqueta: Requisa

Tayta: El men en la reja, preso respetado

Toche: Tombo, raya

Algo menos lumpen pero siempre achori (un pekeño aporte de un batería del llauca):

- Alibabá: Ladrón, ratero.

- Anticucho: Denuncia en la cómica

- Batuteros: (Otra acepción de la jerga) Traficante de pacos en esquinas, salsódromos, y discotecas

- Batería: Mancha, banda.

- Blando: Catre

- Causa: Compañero de robo; choros encausados en delito perpetrado en común. También: yunta, amigo.

- Campeonar: Hacerla linda.

- Centrar: Traicionar a alguien para que lo capturen o asesinen.

- Cacharrero: Hombre con 'fichas' que se mete con la mujer ajena. Atrasador. Muchos terminan bajo tierra.

- Chalequear: Cuidar las espaldas.

- Chimpum: Fierro, cuete (cohete), tartamuda, pistola

- En one: Pronúnicese en wuan. Al toque, madrugar, adelantar, en una, en prima

- Ganso: Paga ganso. Chivo expiatorio. Inocente que declaran culpable de algún delito.

- Gatillo flojo: Asesino, sicario.

- Geisha: Gatorade, boyo, brócoli, brito

- Hincar: Meter punta, coser

- Matar Arrimar el piano, dar trámite. No confundir con quebrar

- MaJu Tramposa, (…ma’jugadora…)

- Manyas Entiendes amix (warning: recontra brócoli)

- Partidor: U know, Judas!

- Planchados: Parados (en la combi)

- Quebrar: Dar vuelta, matar, asesinar. En México: dar chicharrón.

- Río: Prisión, cárcel, la sombra.

- Sopa: Lleno (…’ta sopa)

- Un toque: Un touch, un momento; también: un poco; también: una jalada al wirito

Lo justo, pe’ primo…

************ Este fue un mensaje automático ************

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Wednesday, March 26, 2008

Para leer en forma interrogativa


Has visto verdaderamente has visto
la nieve los astros los pasos afelpados de la brisa

Has tocado de verdad has tocado
el plato el pan la cara de esa mujer que tanto amàs

Has vivido
como un golpe en la frente el instante
el jadeo la caìda la fuga


Has sabido
con cada poro de la piel sabido
que tus ojos tus manos tu sexo tu blando corazòn
habìa que tirarlos
habìa que llorarlos
habìa que inventarlos otra vez.


Julio Cortázar

26 de Agosto de 1914
12 de Febrero del 1984

After such pleasures


Esta noche, buscando tu boca en otra boca,
casi creyéndolo, porque así de ciego es este río
que me tira en mujer y me sumerge entre sus párpados,
qué tristeza nadar al fin hacia la orilla del sopor
sabiendo que el placer es ese esclavo innoble
que acepta las monedas falsas, las circula sonriendo.

Olvidada pureza, cómo quisiera rescatar
ese dolor de Buenos Aires, esa espera sin pausas ni
esperanza.
Solo en mi casa abierta sobre el puerto
otra vez empezar a quererte,
otra vez encontrarte en el café de la mañana
sin que tanta cosa irrenunciable
hubiera sucedido.
Y no tener que acordarme de este olvido que sube
para nada, para borrar del pizarrón tus muñequitos
y no dejarme más que una ventana sin estrellas.


Julio Cortázar

26 de Agosto de 1914 - 12 de Febrero del 1984

Wednesday, February 20, 2008

Perú de tierra y agua

Yo vivo en el Perú que está contento con su hortaliza fresca y a buen precio en Vivanda.

Es el Perú del 40 por ciento de respaldo al mutado doctor Alan García, el sorprendente inventor de un brebaje que lo llevó de González Prada a Riva Agüero pasando por un tubo catódico de marca Westinghouse.

En este Perú subarrendado en el que vivo, la Bolsa se escribe con B mayúscula, Máncora es el nombre de unas vacaciones, Ricardo Bedoya es el mejor crítico de cine y en las noches de aburrimiento te pones un DVD para ver el documental vitriólico sobre las corporaciones que, en el fondo, admiras porque hasta lo que sudan huele a éxito.

Yo pertenezco a ese Perú y vivo en su burbuja.

Es el Perú que viene directamente de Nicolás de Ribera, el Viejo, primer alcalde de Lima y compañero de aventuras de Francisco Pizarro, el Perú que continúa en la testa del primer presidente del Perú –José de la Riva Agüero y Sánchez Boquete, llamado “gran traidor” por Simón Bolívar y condenado a muerte por el libertador–, gotea en el general que da un golpe de Estado para poder firmar el infame Tratado de Ancón con Chile (sí, Iglesias, 1883) y quizás tenga su mayor expresión sociológica y literaria en la exquisita solicitud que escribe el historiador José de la Riva ­Agüero y Osma –el que fundaría la universidad Católica, el bisnieto del primer presidente del Perú– y que firma su madre, Dolores de Osma y Riglos de de la Riva Agüero. El petitorio estuvo dirigido al rey de España Alfonso XIII y tuvo como objetivo que el gobierno peninsular la autorizara a volver a ­usar el título nobiliario correspondiente al marquesado de Monte Alegre de Aulestia, estatuto del que la familia disfrutó antes del advenimiento de la malhadada República.

De allí viene el Perú que limita con el futuro. El Perú que sabe (o supo) que Montaner y Simón no era un dúo folclórico y que a Antonio Cánovas del Castillo lo mató un anarquista. El Perú de Menéndez y Pelayo, ayer, y hoy de Repsol.

Pero hay otro Perú que rabia y sufre hace tantos años que ya nadie recuerda cómo empezó todo. Uno que presenta su pliego petitorio ante otro Alfonso XIII y no pide un marquesado devuelto sino semillas, un banco que no esquilme, precios que justiprecien su trabajo, minas adecentadas que no los arrinconen ni los hagan escupir plomo, Estado en el buen sentido –en el del contrato social–.

Pero a ese Perú titular de estas tierras, viejo y doliente, a ­ese Perú de tierra y agua, el Estado le llegó con el encomendero y con el palo, con los máuseres que Rosendo Maqui sabía distinguir, con Arana y su mierda, con Celestino Manchego y su mierdita. Porque a ese país que no nos pertenece se le trata siempre como si fuera que la Confederación de Santa Cruz hubiese tenido éxito y ellos fueran el Alto Perú. Es el Perú del que nos separa el abismo de cien masacres y ningún arrepentimiento. Es el país rural que fue el primero y ahora es borrado desde los presupuestos y negado en lengua de ministro y tratado como un hijo irresponsable por el Alfonso XIII que esté a cargo, no importa quién sea porque siempre será igual.

Bueno, pues ese país está rugiendo. Y no diré que “se ha ­echado a andar” porque eso lo decía el Che y miren en qué terminaron las andanzas. Ni diré que ahora sí tendrán que escuchar a tanto harto tomando las carreteras de ese otro país (al que pertenezco y donde nado). Ese otro país que tiene la clave de la caja fuerte y el abracadabra de los BCR. La verdad es que ni siquiera sé si los escucharán. Lo que sí sé es que mañana (hoy) un montón de hipócritas se harán los sorprendidos y llamarán a la guardia civil de Leguía y al juez de turno que hacía llamar la Standard Oil y al arma larga que siempre disparó desde los cerros y seguirá disparando desde el Perú de Riva Agüero y Sánchez Boquete.

CÉSAR HILDEBRANDT.

http://www.diariolaprimeraperu.com/

Monday, February 18, 2008

Puertas - Gabriela Mistral


Entre los gestos del mundo
recibí el que me dan las puertas.
En la luz yo las he visto
o selladas o entreabiertas
y volviendo sus espaldas
del color de la vulpeja.
¿Por qué fue que las hicimos
para ser sus prisioneras?

Del gran fruto de la casa
son la cáscara avarienta.
El fuego amigo que gozan
a la ruta no lo prestan.
Canto que adentro cantamos
lo sofocan sus maderas
y a su dicha no convidan
como la granada abierta:
¡Sibilas llenas de polvo,
nunca mozas, nacidas viejas!

Parecen tristes moluscos
sin marea y sin arenas.
Parecen, en lo ceñudo,
la nube de la tormenta.
A las sayas verticales
de la Muerte se asemejan
y yo las abro y las paso
como la caña que tiembla.

«¡No!», dicen a las mañanas
aunque las bañen, las tiernas.
Dicen «¡No!» al viento marino
que en su frente palmotea
y al olor de pinos nuevos
que se viene por la Sierra.
Y lo mismo que Casandra,
no salvan aunque bien sepan:
porque mi duro destino
él también pasó mi puerta.

Cuando golpeo me turban
igual que la vez primera.
El seco dintel da luces
como la espada despierta
y los batientes se avivan
en escapadas gacelas.
Entro como quien levanta
paño de cara encubierta,
sin saber lo que me tiene
mi casa de angosta almendra
y pregunto si me aguarda
mi salvación o mi pérdida.

Ya quiero irme y dejar
el sobrehaz de la Tierra,
el horizonte que acaba
como un ciervo, de tristeza,
y las puertas de los hombres
selladas como cisternas.
Por no voltear en la mano
sus llaves de anguilas muertas
y no oírles más el crótalo
que me sigue la carrera.

Voy a cruzar sin gemido
la última vez por ellas
y a alejarme tan gloriosa
como la esclava liberta,
siguiendo el cardumen vivo
de mis muertos que me llevan.
No estarán allá rayados
por cubo y cubo de puertas
ni ofendidos por sus muros
como el herido en sus vendas.

Vendrán a mí sin embozo,
oreados de luz eterna.
Cantaremos a mitad
de los cielos y la tierra.
Con el canto apasionado
heriremos puerta y puerta
y saldrán de ellas los hombres
como niños que despiertan
al oír que se descuajan
y que van cayendo muertas.

Gabriela Mistral
(1889-1957)

El próximo mes me nivelo (Julio Ramón Ribeyro, 1969)

El próximo mes me nivelo El próximo mes me nivelo (no se publicó como un libro individual,  fue publicado en 1972  como parte del  segundo t...